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En el 2020, aprendimos una gran Lección de vida

21 de Diciembre de 2020 a las 07:55

En el 2020, aprendimos una gran Lección de vida

No hay duda, el mundo hasta hoy conocido por nosotros está cambiando, se está transformando, poco a poco frente a nuestros ojos, sin poder hacer prácticamente nada, nuestras certezas de antaño, de pronto se convirtieron en duda, caos e incertidumbre.  

 

En el 2020, aprendimos una gran Lección de vidaPor MARÍA ALEGRIA ESTRADA

Cuantos de nosotros pensamos que el 2020 sería un año para conseguir y lograr todo lo que deseábamos, pero no, que lección nos ha dado la vida, resulta que este año solo ha servido para valorar y apreciar todo lo que ya teníamos, entre otras cosas, la salud, la familia. Quien nos iba a decir, meses atrás, que de un día para otro, la convivencia social, el abrazarnos y besarnos, resultaría ser algo peligroso, nocivo. O que el distanciamiento social sería la única forma de mantenernos a salvo de este nuevo virus. Creo que ni en sueños imaginamos que seríamos capaces de estar más de cinco meses en confinamiento. Somos una especie resiliente, no hay duda de ello y cómo mi abuela decía: “¿Quién nos dijo que a este mundo veníamos a divertirnos?” Nadie, ahora estoy segura de ello.

En todo caso estamos aquí para aprender grandes lecciones de vida, como ésta.

Que bien dicen por ahí, que la base de la infelicidad, en principio, son nuestras propias expectativas. 

Así pues hemos visto con tristeza, que el factor sorpresa nos tomó desprevenidos, reconocer nuestra vulnerabilidad y fragilidad como seres humanos nos ha dolido, ha tenido un alto costo, incluso hasta nos ha provocado miedo, ¿a poco no?

Pero ¿qué crees? la vida continúa, y aunque estoy segura que muchos de nosotros hemos sufrido mutaciones en nuestros hábitos y rutinas cotidianas, cambios significativos en todo este proceso doloroso, por las pérdidas irreparables que hemos tenido y que han sido de todo tipo: desde la pérdida de algún ser querido, trabajo, oportunidades laborales, viajes o hasta incluso, la pérdida de nuestra libertad de movimiento,  es momento de continuar, no podemos quedarnos paralizados, por que la vida es corta y no hay segundas oportunidades.

La vida, nuestra vida, es como un viaje y como todo viaje en algún momento se va a terminar, se acabará, nuestro paso por este mundo tiene fecha de caducidad. Así que este momento histórico que se nos está brindando, como oportunidad de crecimiento y reinvención, es excelente para que revisemos nuestro equipaje, para que nos confrontemos con nosotros mismos, llegó el momento de vernos a la cara, frente al espejo, de escuchar nuestro interior, pero también de escuchar a los que están a nuestro alrededor, tratemos de ser mejores personas, mejor gente, en lugar de tratar de ser “alguien” o de tener más, más cosas materiales.

Esta por demás decir que los aprendizajes han sido múltiples, significativos, hemos aprendido a estar con nosotros mismos, a veces en soledad y a valorar lo que creíamos que eran pequeñas cosas, que ahora estamos viendo que son las más grandes y valiosas que tenemos y que además siempre han sido gratis, como la compañía, las muestras de afecto, los besos, la solidaridad, la compasión.

En este nuevo contexto necesitaremos ser menos inflexibles, aprender a renovarnos de modo permanente, necesitaremos innovar nuestra filosofía de vida, que será el cristal, el filtro que nos permitirá emprender proyectos de forma diferente, dejar de aferrarnos a viejos esquemas sociales, culturales, debemos ser más creativos. Debemos asumir, cada quien desde su espacio, desde su trinchera nuevas formas para reinventarnos y lograr una convivencia familiar, social y laboral armoniosa, que nos vuelva a hacer sentir seguros y libres.

Y en medio de esta Pandemia que nos envuelve llega el fin de año, la Navidad, que algunos celebrarán por motivos religiosos y otros, quizá simplemente por tradición. No hay  duda que esta festividad tendrá un sabor diferente.

 Si bien es una época en la que no solo se mezclan la nostalgia y melancolía con la alegría, a diferencia de otros años es más latente la necesidad de hacer balances y, en esa medida, es inevitable sentir frustración o impotencia por lo que no se hizo, por lo que no se logró, por lo no vivido, por lo que no pudo ser y tal vez ya no será.

Sea cual sea el caso tratemos de fomentar ese espíritu de alegría, de amor restaurador, ese ambiente festivo, que invita a la compasión, a la solidaridad, a la empatía, a ese sentimiento de esperanza, tan propio y distintivo de los seres humanos. Porque son justo esos rasgos, los que nos distinguen de las demás especies animales.

Esos sentimientos esperanzadores, llenos de ilusión y fe son algo que nadie nos podrá arrancar, por que son nuestra ancla, el motor e impulso del que nos abrazaremos para iniciar con todo, el próximo año. Creo que todos estaremos de acuerdo sobre el hecho de admitir que necesitamos mucha positividad y buena actitud, para iniciar este nuevo ciclo.

 

Este 2021 solamente elige ser feliz y hacer feliz a los tuyos, nada es permanente, todo es temporal, hoy más que nunca estamos viendo que no tenemos el control absoluto de la mayor parte de las cosas, pero lo que si podemos controlar es nuestra actitud, la filosofía de vida y la forma con la que encaramos los momentos difíciles e inciertos que nos va presentando la vida, ya decía el poeta “que nunca sabremos del azul profundo, si no nos lanzamos mar adentro”.  Feliz CoviNavidad 2020.

María Alegria Estrada periodista, escritora, coordinadora de procesos editoriales y conferencista, ganadora del primer lugar del Primer Certamen 2020 de relatos breves en idioma español, organizado por el Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Toronto y la revista Cuéntame.

 

 

 

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