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Pese al dolor por la masacre de niños en Texas, los estadounidenses seguirán fuertemente armados

26 de Mayo de 2022 a las 04:27

Pese al dolor por la masacre de niños en Texas, los estadounidenses seguirán fuertemente armados

Asesinatos nuevamente ha reabierto el debate sobre el negocio y control de las armas en EE.UU.

Repudio, tristeza, pero sobre todo impotencia, causó la masacre de 19 niños y dos maestras murieron este martes en el colegio Robb Elementary School después de que un individuo irrumpiera abriendo fuego contra los alumnos menores de 10 años. El sospechoso, de 18 años, tenía una pistola, un rifle semiautomático y cargadores de alta capacidad, que había comprado sin mayores problemas. Se le acusa, además, de disparar a su abuela justo antes de la masacre.

TEXAS. – Con tantas armas en manos de los ciudadanos, las masacres se siguen repitiendo en Estados Unidos, dicen los expertos, porque no se saben en qué manos de loco van a caer. A tan solo pocos días de la matanza racista de Búfalo, en el país norteamericano se sumó el martes otro repudiable crimen, perpetrado por un joven que ingresa a la larga lista de asesinatos múltiples que ha dejado la violencia con armas de fuego en este país, sin que hasta el momento se logre detener el libre negocio de armas.

Salvador Ramos, un joven de 18 años de la misma localidad, irrumpió en una escuela de primaria con una pistola y un rifle de asalto semiautomático y, antes de ser abatido por la policía en el interior del recinto escolar, se cobró la vida de 19 niños y dos profesoras. El tiroteo masivo en Uvalde es la segunda mayor matanza en un colegio de Estados Unidos en la última década. La mayor fue la masacre en la escuela de primaria de Sandy Hook, en Newton (Connecticut), cuando un joven de 20 años, Adam Lanza, tras disparar a su madre, mató a 26 personas, incluidos 20 niños de entre seis y siete años. Se suicidó después. En 2018, en un instituto de Parkland (Florida), un antiguo alumno de 19 años que había sido expulsado mató a 17 personas, en su mayoría adolescentes.

Estas matanzas evidencian el impacto de la cultura de armas que reina en EE.UU., donde los intentos por general controles en el Congreso siguen fracasando y de ellos solo se hablan cuando ocurre una nueva masacre, como la Texas. Si bien es difícil calcular la cantidad de armas de fuego en manos privadas, cifras de la Small Arms Survey, un proyecto de investigación con sede en Suiza, estiman que en 2018 había unos 390 millones de armas en circulación, y eso significa millones en ventas para muchas empresas, un grave peligro en las calles.

EE.UU. es el país con más civiles propietarios de armas de fuego. Se estima que en 2018 había 120,5 armas por 100 habitantes, frente a 88 por cada 100 en 2011. Los últimos datos difundidos sugieren que la propiedad de armas creció significativamente en los últimos años. Un estudio publicado por Annals of Internal Medicine en febrero reveló que 7,5 millones de adultos estadounidenses, poco menos del 3% de la población, adquirieron una arma por primera vez entre enero de 2019 y abril de 2021.

Esto, a su vez, expuso a 11 millones de personas a armas de fuego en sus hogares, incluidos 5 millones de niños. Aproximadamente la mitad de los nuevos propietarios de armas en ese período eran mujeres, mientras que el 40% eran negros o hispanos.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de EE.UU., un total de 45.222 personas murieron por lesiones relacionadas con armas de fuego durante 2020, el último año del que se dispone de datos completos.

Uno de los graves problemas para imponer controles a la venta de armas, es que las empresas que las producen respaldan las campañas políticas de muchos senadores, que luego son los encargados de tumbar las propuestas que buscarían poner fin a tan libre mercado.

A pesar de las masacres, la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) sigue siendo el lobby de armas más poderoso de EE.UU., con un presupuesto sustancial para influir en los miembros del Congreso sobre la política de armas, ellos no han permitido que avance una reglamentación y se rigen por una Ley de hace más de dos siglos, sin que por el momento se vea una verdadera intención de cambiarla.

 

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