ARTICULO

OSCAR VIGIL - Los sin sentidos de las leyes de migración

09 de Abril de 2014 a las 13:37

Oscar Vigil

Por: Anabelle Chacón Castro 

En esta semana se conmemorado veinte años del genocidio de Ruanda, donde hubo una limpieza étnica que trajo como resultado 800 mil personas muertas. Luego de estos trágicos hechos, se dio un éxodo masivo de víctimas y victimarios hacia diferentes países en busca de refugio.  Hoy, llegan a nosotros historias increíbles que tratan de reconciliar a protagonistas de un lado y otro.  Es así que sale a la luz lo vivido por Alice Mukarurinda y Emmanuel Ndyisaba, los dos refugiados y actuales residentes canadienses.  Alice sufrió la amputación de su mano por un machetazo propinado por Emmanuel, quien también le propinó otro en la cabeza y, creyéndola muerta, tomó su hija de nueve meses y la mató.  Hoy, son amigos y participan en un programa de reconciliación para los sobrevivientes del genocidio.  Este hecho trágico muestra la nobleza del espíritu humano capaz de lograr el perdón, pero también demuestra la capacidad del sistema migratorio canadiense de ofrecer alternativas para que esto se dé.

 

Sin embargo, esto no es el caso de lo que está viviendo el periodista salvadoreño Oscar Vigil. Conozco a Oscar por su actividad con los medios de comunicación, como una figura pública más que como amigo, pero no necesito serlo para reconocer su valía como hombre de principios.  En sus escritos y sus actividades siempre me ha parecido que así lo es, porque lo veo identificado con el bienestar de nuestra comunidad y con los ideales de una sociedad más justa.  

 

Oscar llegó con su familia, su esposa Carolina y sus tres hijos, hace trece años mediante una solicitud de refugio en la cual declaró sus principios políticos y su relación con el FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional).  En el proceso se dio una separación respecto a su familia, puesto que su esposa e hijos fueron aceptados, y él rechazado por considerarlo inadmisible en Canadá por su relación con un grupo terrorista.  Sin embargo, su persistencia hizo que acuda a otro tipo de aplicaciones como el PRA, que es la figura para remover la orden de deportación, otra de razones humanitarias y otra de auspicio de su esposa.  Resultado de esto, dos de estos procesos fueron aceptados en el 2012 y se espera simplemente que un delegado del Ministerio de Migración firme la aceptación de su residencia. Pero, en enero del 2014, cuando fueron a retirar sus papeles firmados, se encontraron con la sorpresa de que el delegado no lo había hecho y se aplicaba la orden de deportación.   El 17 de enero recibió una carta de rechazo a razones humanitarias y el auspicio de su esposa.  Lo que le llama la atención a Oscar es que “la respuesta a un caso voluminoso se da en dos líneas”, sin especificar las razones, lo cual muestra la ligereza con se ha tratado el caso.

 

Oscar en su vida universitaria fue dirigente estudiantil mientras estudiaba periodismo obviamente, se identificaba con los principios del frente FMLN, pero no era miembro.  Sin embargo, actuó como enlace entre ellos y la prensa internacional.  Eran los tiempos de la guerra civil que desangraba a El Salvador.  Fue en 1992, cuando la guerra ya había terminado y el frente ya era partido político, fue su Secretario de Prensa.  Es evidente que un partido político que llega al poder en elecciones democráticas no puede ser catalogado como terrorista.  Actualmente, la situación de Oscar está en espera de una solución política, más que legal, aunque sigue anteponiendo su caso ante la justicia migratoria. 

 

Más allá de las implicaciones legales que existan en el proceso migratorio, llama la atención que no se considera el perfil de Oscar, su trayectoria de trabajo activo a favor de la comunidad hispana y el establecimiento de su familia en la sociedad canadiense; además que se ha comprobado su inocencia frente a la inculpación de haber sido miembro de un grupo terrorista.  Las comparaciones son odiosas, pero necesarias, porque no logro entender el ejemplo inicial que daba de Emmanuel Ndayisaba, un protagonista directo del genocidio ruando, que ahora goza de su residencia en este país y el caso de Oscar Vigil, se vuelve lo que él llama “los sin sentidos” del proceso migratorio.

 

El caso de Oscar Vigil nos compete a todos los hispanos porque solamente es la punta del iceberg de lo que ocurre en cuanto a migración.  Muchos de nuestros hermanos no tienen la capacidad ni los medios de luchar cuando de lograr la residencia se trata e, incluso, cuando somos ciudadanos somos tratados como de segunda clase.  El espíritu de la sociedad canadiense es la de preservar la familia y, de darse una deportación, la de Oscar quedaría dividida.  Sé que Oscar dará lucha como siempre lo ha hecho y espero lo logre para que estos sin sentidos de las leyes lo tengan.  Suerte.

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