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YO NO SOY CHARLIE La ridiculez de la añadidura

22 de Enero de 2015 a las 13:22

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Por: Anabelle Chacón Castro

Entre amigos y lectores me han preguntado por qué no me he apoyado abiertamente a la revista “Charlie Hebdo”, pues la contestación ha sido muy simple porque “yo no soy Charlie” como muchos que se han rasgado vestiduras y se han etiquetado con ese nombre en sus redes sociales para mostrar su apoyo a esta publicación.  Si bien el hecho de la masacre que ocurrió el 7 de enero es absolutamente injustificable, esto no nos debe cegar a lo que se publica en esa revista. Sus caricaturas son totalmente grotescas y su contenido no aporta a un análisis de la realidad social. Dicho de otra forma, si en vez de caricaturas usaran fotografías con personas, no pasaría de ser una publicación pornográfica burda.

 

Me pregunto cuántos de los que ahora se llaman “Charlie” la hubiesen comprado en una época normal. Pero ahora sí que es un éxito comercial pues de un tiraje de 60 mil copias ahora pasó ya a siete millones y su distribución ha sobrepasado las fronteras francesas y su mismo idioma nativo.  ¿Todo por qué?  Por un afán de figurar y estar con la moda de “Yo soy Charlie”; y, comprarla, es un hecho de apoyo netamente mercantilista. De ninguna forma pienso etiquetarme con este “cliché”, si alguno tuviese que ponerme sería el nombre de las niñas que son secuestradas por Boko Haram en Nigeria o las que son traficadas y vendidas por ISIS en Syria, pero –incluso esto- no es lo correcto porque es hacer una moda de hechos serios que afectan al mundo y que, tan pronto pasa la novedad, quedan en el olvido y se vuelven un número más en las estadísticas de violaciones de los derechos humanos.

 

Los editores de Charlie tienen todo el derecho a expresar su opinión, por más vulgar que sea, más aún en la tierra de Voltaire, quien abogó siempre por la libertad de expresión y de religión, que se adelantó incluso a los principios de la Revolución Francesa. Pero así como ellos tienen el derecho de publicarla, las personas tenemos el derecho de leerla o no. Para ser crítico no se necesita ser soez. Y si alguien lo es, tampoco es un motivo para matarlo.

 

En este sentido, el Papa Francisco cometió un desliz al poner de ejemplo que si alguien ofende a su madre, recibiría un puñetazo de su parte, completando su argumento con que esto sería una “reacción normal” de alguien que se siente ofendido. ¿Es que se le olvidó el principio cristiano de dar la otra mejilla? No parece ser lo adecuado que el Papa fomente la violencia en ninguna de sus expresiones; porque, guardando las proporciones, bajo este punto de vista se justificaría el hecho.

 

Ha sido sorprendente la reacción del mundo frente a lo acontecido en la Ciudad de las Luces pero ojalá se diese la misma indignación ante hechos más graves que pasan al otro lado del mundo y que, los grandes líderes, los países poderosos, no los mencionan en sus discursos o van a ser presencia para mostrar el respaldo a las víctimas, quizás porque –la mayoría de ellas- no son hombres, ni blancos, ni viven en el primer mundo o mucho menos europeos.

 

Cualquier acto terrorista es totalmente repudiable porque ataca el principio de la vida y se vuelve una forma cobarde de lucha que afecta a gente inocente y se genera una política de miedo e incertidumbre en la sociedad que no sabe cómo protegerse o combatir a este tipo de guerra no declarada.

 

La ridiculez de la añadidura a la moda “Yo soy Charlie” o yo soy cualquiera que sea no nos hace necesariamente consciente de lo que pasa en el mundo. Antes de auto etiquetarnos con este tipo de mensajes y ponernos de noveleros, sería bueno informarnos de lo que está pasando, de realizar un análisis crítico de las situaciones sociales y formarnos una idea que nos permita tomar una posición. Si esto no ocurre, lo único que seremos es “un ladrillo más en la pared” que encaja en el sistema económico donde hasta la tragedia puede ser vendida. Por esto, simplemente…. Yo No Soy Charlie.

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