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VIENTOS DE CAMBIO Soplan lentamente en el firmamento geopolítico.

20 de Mayo de 2015 a las 13:31

anabelle-chaconPor: Anabelle Chacón Castro

En los últimos años los procesos que han permanecido estáticos comienzan a dar giros impresionantes. La historia siempre la han escrito los poderosos y después de la Segunda Guerra Mundial el mundo quedó dividido por la Guerra Fría y muchos países pagaron las consecuencias porque se dio una redistribución geopolítica en donde se prevalecía bien Estados Unidos o la, entonces, Unión Soviética. Entre los que pagaron el precio más alto, estaba la misma Alemania que no tenía ninguna autoridad moral –y completamente vencida- de resistirse a los vencedores que la dividieron como a un pastel y levantaron el muro de la infamia en Berlín que duraría casi tres décadas; igualmente, ocurrió con Vietnam o Corea, que fueron divididas por conveniencia de las grandes potencias y que, hasta ahora, Corea del Norte sigue pagando un precio alto al seguir viviendo bajo la tiranía Kim.
 

Durante las últimas décadas del siglo anterior vientos de cambio comenzaron a soplar. Todo comenzó con la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989. Todavía recuerdo como –incrédula- veía a los jóvenes sentados en el filo del muro con grandes mazos lo derribaban. La disolución de la Unión Soviética y con ello la democratización, y ahora caos, de los países de la Cortina de Hierro que todavía no son capaces de autogobernarse y que, la ahora Rusia, quiere tomarlos como territorios anexados para recuperar el poder zarista encabezado por Putin. En el Medio Oriente, también han surgido cambios importantes y la sublevación de sus pueblos a los gobiernos totalitarios ha sido contraproducente porque han dado origen a otros grupos que claman el gobierno y que son mucho más radicales y crueles que los que combatían.
 

Bajo este contexto, Europa siempre se ha mostrado como más estable en todo y esa madurez política en la que viven ha dado origen a la Unión Europea, que ha superado barreras económicas, culturales, políticas y lingüísticas, para crear un territorio donde sus habitantes vivan libre y cómodamente. En contraposición a esto, África es el continente perdido en donde los debates llegan a un nivel totalmente primitivo y resulta ingobernable.
 

En Francia, conversaba con una joven periodista, Marie Gourlard, sobre la visión que tenía de Latinoamérica y ella me comentaba que para Europa, no es materia de atención porque la consideran como una región de paz. Salvo los problemas de narcotráfico, decía, no existen allí las crueles guerras que se desatan en otras regiones, tanto civiles como con otros países y que, en muchos casos tienen las dos. Por otro lado, continuaba diciendo, son países más o menos estables que viven en democracia; y, quizás esto era lo más importante, no representan ninguna amenaza inminente para Europa. Pensé que sus argumentos eran válidos, para alguien que no vive el día a día de nuestros países y que pertenece a un mundo privilegiado.
 

Por ahora, los cambios se siguen dando y tienen que venirse más y en forma mucho más acelerada. Cuba ha tenido que esperar más de medio siglo para tener un acercamiento con Estados Unidos que, con Obama, ha reconocido que su política respecto a la isla ha sido equivocada; sin embargo, Cuba, no ha reconocido su propio fracaso con la revolución y ahora ya no tendrá la excusa del bloqueo. El último cambio que se nos viene ahora es el reconocimiento del Estado Palestino por parte de El Vaticano, una acción más que justa esperada por mucho tiempo, pero que contraria la posición de los países poderosos que apoyan incondicionalmente a Israel; y, más bien, se une a otras posiciones oficiales, como la del parlamento francés y del gobierno sueco, tomadas a fines del 2014. Los vientos de cambio ya no son un susurro en el firmamento sino que han comenzado a desatar tormentas.

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