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HUERFANOS DE GALEANO América se quedó con sus venas abiertas.

16 de Abril de 2015 a las 10:57

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Por: Anabelle Chacón

Yo era una niña cuando mi padre llegó indignado con el libro “Las venas abiertas de América Latina”. En ese tiempo, los de izquierda eran directamente identificados como “comunistas”. Me llamó la atención y tomé el libro para verlo y la portada era de un continente, Sudamérica específicamente, ingenuamente le pregunté a mi padre como es que puede tener venas y peor aún desangrarse. Mi padre sonrió y me dijo que algún día lo entenderé. Corrían los años de la dictadura, como todas las que gobernaban Latinoamérica, el libro había sido prohibido y tuve que esperar a mis años universitarios para poder leerlo y entenderlo.

 

Eduardo Galeano fue, y será siempre, a través de su obra… un genio. Nos enseñó a mirar la otra cara de la historia, no la ha sido escrita por los vencedores y que se vuelve la verdad irrefutable, sino que no ha sido olvidada por los vencidos y que ha permanecido oculta por muchos años. Nos mostró que la realidad es dual, una para los ricos y los poderosos y otra para pobres y abandonados.

 

Su obra magistral “Las venas abiertas de América Latina” (1971) debería usado como libro de texto cuando se enseña historia, en lo que se refiere al descubrimiento, conquista y colonización de América. Para muestra basta un botón, eh aquí un párrafo que nos hace ver la historia con diferente perspectiva: “En 1492, los nativos descubrieron que eran indios, descubrieron que vivían en América, descubrieron que estaban desnudos, descubrieron que existía el pecado, descubrieron que debían obediencia a un rey y una reina de otro mundo y un dios de otro cielo, y que ese dios había inventado la culpa y el vestido y había mandado que fuera quemado vivo quien adorará al sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que moja”.

 

Pero no todo era tan formal para Galeano porque, como buen rioplatense, era un amante del fútbol y tiene dos libros dedicados a este noble deporte: “Su majestad el fútbol” (1968) y “El fútbol a sol y sombra” (1995), el primero como una reflexión sobre el juego mismo y el segundo como una colección de anécdotas. Aquí una porción del primero: “El portero siempre tiene la culpa. Y si no la tiene, paga lo mismo. Cuando un jugador cualquiera comete un penal, el castigado es él: allí lo dejan, abandonado ante su verdugo, en la inmensidad de la valla vacía. Y cuando el equipo tiene una mala tarde, es él quien paga el pato, bajo una lluvia de pelotazos, expiando los pecados ajenos”.

 

Uno de sus últimos libros “Patas arriba” (2008) es un análisis del mundo contemporáneo: “Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen...”. “A diferencia de la solidaridad, que es horizontal y se ejerce de igual a igual, la caridad se practica de arriba-abajo, humilla a quien la recibe y jamás altera ni un poquito las relaciones de poder”.

 

Eduardo Galeano, hoy ya no está con nosotros, se ha ido. Me hubiese gustado oír su opinión de la Cumbre de las Américas, de los sin sentidos de América Latina que sigue tratando de encontrar el camino y que se pierde en la divagación de su pasado que no le deja vivir el presente, ni mirar al futuro. Muchos repiten “prohibido olvidar” como si quisieran seguir manteniendo siempre abiertas las venas para nuestra América se siga desangrando en luchas fratricidas. Galeano ha sido muy mencionado y poco leído; y, menos aún… entendido. Sin él, simplemente ahora estamos huérfanos.

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