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HAY QUE MATAR A LAS MADRES El odio como política de estado.

15 de Mayo de 2015 a las 10:26

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Por: Anabelle Chacón Castro 

Cuando estábamos celebrando el Día de la Madres, en el contexto internacional sale a la luz un personaje siniestro que hace un llamado a matar a las madres, no a todas – por supuesto- solamente a las que ella considera como merecedoras de ello por criar “pequeñas serpientes”, como ella llama a sus hijos.
 

El nombramiento como Ministra de Justicia de Israel, una de las posiciones más codiciadas, de Ayelet Shaked, una ingeniera de sistemas de 39 años, el 6 de mayo desató la polémica a nivel mundial, incluso entre sus mismos compatriotas como lo escribe Mira Bar-Hillel en su blog “The Independent” y que es reportera del periódico “London Standard Evening”.
 

Shaked fue jefe de la oficina del Primer Ministro Netanyahu y miembro del partido de ultra derecha “Hogar Judío”. Pero lo que más famosa la ha hecho son sus nefastas declaraciones, sobre todo por el énfasis sobre las madres palestinas. Como cuando en julio del 2014 mientras las fuerzas israelitas lanzaron la operación “Margen Protector” contra los asentamientos de la Franja de Gaza, ella justificaba esto diciendo: “Tienen que morir y sus casas deben ser demolidas. Ellos son nuestros enemigos y nuestras manos deberían estar manchadas de su sangre. Esto se aplica a las madres de los terroristas fallecidos”. Sus declaraciones en Facebook continuaron: “Detrás de cada terroristas hay decenas de hombres y mujeres sin los cuales no podrían atentar. Ahora todos son combatientes enemigos, y su sangre caerá sobre sus cabezas. Incluso las madres de los mártires, que los envían al infierno con flores y besos. Nada sería más justo que siguieran sus pasos.” Incluso muestra saña contra las madres palestinas cuando enfatiza diciendo: “Deberían desaparecer junto con sus hogares, donde han criado a estas serpientes. De lo contrario criarán más pequeñas serpientes”.
 

Los gobiernos que han tenido como política de estado el odio siempre han sucumbido y han recibido una dosis de su propia medicina. Estos personajes no deberían estar en posiciones de gobierno porque incentivan un odio profundo y el odio, como tal, no tiene control. Se comienza odiando al enemigo y se termina odiando todo, porque se ven fantasmas en todo lado y cualquier cosa que contradiga sus ideas se vuelve inmediatamente su enemigo. El odio embrutece, enceguece y fomentarlo NO debe ser una política de estado, ni siquiera personal. No me puedo imaginar a nadie diciendo que hay que matar a alguien Y a su madre; o, que las madres son responsables de lo que hacen sus hijos y deben ser condenadas por lo que estos hagan. Son ideas perversas.
 

Toda guerra de por sí es cruel, irracional, peor aún cuando se le añade estos ingredientes de un odio absurdo. Estuve en Galípolis, Turquía, visitando el memorial a las fuerzas ANZAC (Australian New Zeland Army Corp); es un cementerio en territorio turco donde descansan los cuerpos de australianos y nuevo zelandeses; y, me llamó la atención una enorme placa que dice: “… madres que enviaron a sus hijos a pelear a un lejano país, siéntanse tranquilas que ahora descansan en paz en un territorio amigo que los ha acogido como sus hijos”. Esto pasó hace cien años, imagínense como la ministra israelí Sharek hubiese escrito esta placa.

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