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EL PERDON Y LAS DISCULPAS No se debe obligar a nadie a darlas

01 de Octubre de 2014 a las 06:16

Anabelle Chacón
Por: Anabelle Chacón Castro
 
La semana pasada mientras veía un noticiero, me llamó la atención (más bien, me conmovió) ver a una madre humilde de rodillas con las manos unidas implorando a la autoridad, perdón para su hijo, un muchacho que había salido a protestar y que la máxima autoridad, exhortaba que los padres del muchacho (uno de muchos, igualmente aplicable para todos ellos) pidan perdón por la falta de su hijo, puesto que han fallado como padres en la crianza y esto, posiblemente, era la causa de que el muchacho era rebelde y se atrevía a pensar diferente.  Como madre, yo sería capaz de hacer lo mismo por salvar a mi hijo de un destino incierto; pero resulta cuestionable que una autoridad solicite un acto de humillación a un grupo vulnerable como es el de las madres, ya que ellas harían todo por sus hijos.  Si el muchacho cometió o no una falta, las leyes están ahí para juzgar su culpabilidad o inocencia, ¿por qué se hace necesario exigir que se pida perdón?  Esto resulta un acto de arrogancia, obligar a alguien a pedir perdón o presentar una disculpa. 
 
 
Hace unas semanas había comentado sobre el Jefe de Policía de Toronto que interpuso una acción judicial al ahora candidato a Alcalde, Doug Ford, en la que le pedía que pruebe las acusaciones que le hizo en una declaración a los medios de comunicación o que se retracte de ellas, pero en ningún momento le pidió que se disculpe o le pida perdón por la ofensa.  El ofensor, se retractó y se disculpó con el uniformado, las disculpas fueron un acto espontáneo no obligado, ya que nunca fue solicitado.  El ofendido las aceptó y retiró la demanda.  El asunto quedó resuelto y olvidado en un par de días y en ningún momento se vio una situación humillante para ninguna de las partes, sino que más bien fue un acto mutuo de caballerosidad.
 
 
El acto de pedir perdón o disculpas, resulta ser un comportamiento social que tienen las personas cuando han cometido una falta.  Las disculpas son consideradas como una muestra de cortesía  por una ofensa menor que se ha cometido, mientras que el perdón es relacionado con una falta grave, que muchas personas consideran que el único que puede concederlo es Dios.  Pero para el presente comentario, se los considerará como sinónimos.  En los dos casos, perdón y disculpas, puede ser considerados como el hecho de comunicarse: alguien emite un mensaje y alguien recibe e interpreta el mensaje; así mismo una persona pide perdón y otra lo otorga.  Pero… ¿qué tan válido es obligar a alguien a pedirlo?  Aunque la persona lo haga no es moral y éticamente aceptable.  Puede ser que una persona se vea obligada a hacerlo, pero no significa que lo sienta, que se arrepienta de las acciones que la otra persona considera que requieren una disculpa; o, puede ser que quien reciba la disculpa piense que no fue lo suficientemente sincera para ser aceptada. Estas posiciones totalmente subjetivas hacen que no pueda regularse y se obligue en forma legal a que alguien pida perdón.
 
 
El perdón implica una serie de sentimientos que puede ir desde el amor hasta el arrepentimiento.  De la misma forma que no se puede obligar a nadie a que nos ame como quisiéramos, tampoco se puede obligar a nadie a que se disculpe.  Entonces… ¿por qué hacerlo, por mostrar poder, arrogancia, egocentrismo? Para mí, si alguien se disculpa conmigo debe ser porque así lo siente, no porque se ve obligado por las circunstancias; de la misma forma, que si alguien me dice que me ama, debe ser de corazón y no de obligación.  Si alguien piensa que obligando los sentimientos se gana respeto, creo que es una equivocación y lo único que se consigue es humillar a la gente para satisfacer un ego.  Mi padre solía decir “A mí no importa que me quieran, sino que me respeten… pero eso… tengo que ganármelo”;  y yo, concluiría: “no obligarlo”.

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