ARTICULO

DAR GRACIAS La ingratitud es el peor de los pecados

15 de Octubre de 2014 a las 07:31

Anabelle Chacón
Por: Anabelle Chacón Castro
 
Acabamos de pasar el Día de Acción de Gracias, que seguramente todos lo hicimos en familia. Este día corresponde a una tradición típica norteamericana, solamente que en Estados Unidos se celebra en noviembre y proviene del tiempo en que los pioneros decidieron realizar una cena de confraternidad con los indios para dar las gracias y unir lazos de amistad.  De las tradiciones que nos toca asimilar como inmigrantes a este país, esta es mi favorita. No la tenemos en Latinoamérica, pero –quizás- deberíamos tenerla, porque es muy noble tener un día especial para dar las gracias por todo lo bueno que tenemos y que en diario vivir, no lo vemos o no lo apreciamos lo suficiente.
 
 
Sentarse a compartir una mesa con la familia y amigos siempre es bonito, pero más aún si es para dar las gracias. Gracias por muchas cosas, desde la más simple hasta la más elaborada. Solamente el hecho de estar vivos, de tener salud, trabajo, hijos saludables y responsables, un techo que nos cobije, alimento en la mesa, ya son buenas razones para estar agradecidos. Siempre hay un motivo para hacerlo y si no lo encuentra, búsquelo.
Pienso que la actitud de ser siempre agradecido tiene que ver con dos cosas: la generosidad de espíritu y el optimismo. Una persona que es generosa siempre está en la disposición de dar y por esa misma razón sabe lo que dar significa y valora el hecho cuando es ella  la que recibe y se siente agradecida. Por otro lado, el dar las gracias es un alto de humildad que permite reconocer que la otra persona hizo algo, que no tiene obligación de hacerlo, por nosotros.
 
 
Pero así mismo como es importante dar las gracias, también es recibirlas. Más no en sentido de que se las debe esperar, menos obligar, o que se hace algo por merecerlas, sino que los actos que hagamos deben ser sinceros y no esperar ninguna retribución; sin embargo, recibir las gracias de alguien es siempre agradable. Esto se puede apreciar hasta en Jesús cuando sanó a diez leprosos y todos salieron corriendo contentos del milagro, pero solamente uno regresó a agradecerle al Nazareno y este le dijo: “¿No eran diez los limpiados? ¿Dónde están los otros nueve?”.
 
 
En nuestra vidas, siempre hay personas que han contribuido a que se nos haga más fácil o personas con las que hemos compartido muchas situaciones, tanto en las buenas como en las malas, por qué no entonces hacer un alto y simplemente decirle un ‘gracias’. Quizás este gesto inesperado nos permita sentirnos mejor, pero las gracias -al igual que las disculpas- no pueden ser obligadas y tienen que ser oportunas, así como la justicia, si tarda… deja de serlo.
 
 
Mi madre siempre me ha dicho: “El peor pecado es la ingratitud” y con los años he aprendido a valorarlas, darlas y no esperarlas, porque siempre será también más importante dar que recibir. Gracias a este medio que me permite expresarme y gracias a Usted que me está leyendo. Un abrazo fraterno que le diga gracias.

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