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CON DIOS TODO SE PUEDE Cuando se usa la religión para justificarlo todo

15 de Enero de 2015 a las 09:50

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Por: Anabelle Chacón Castro

A veces me llama un libro la atención un libro por su título, este fue el caso del libro “Dios nació mujer” del escrito español Pepe Rodríguez.  El título implica dos conceptos supremamente importantes.  Primeramente, si Dios nació significa que el algún momento no existía; es decir, que no es eterno.  Segundo, la idea de que Dios sea mujer se contrapone a la figura masculina de los dioses en las diferentes religiones. Un caso similar me pasó con el libro “Con Dios todo se puede” de la periodista ecuatoriana María Albán, seguidora de ella como era en mi país, me extrañó el título, que invitaba a una reflexión espiritual, pero me encontré con un libro de investigación que habla de las diferentes religiones, o más bien sectas, que inundan mi país pero que es aplicable a todos. En su investigación, Albán detalla como las actitudes segregacionales, intolerantes de cada grupo respecto a los demás, son incoherentes con el amor al prójimo que pregonan; puesto que todas claman que su dios es el único y verdadero.  

 

Hoy vivimos en una cultura del terror, en menos de un año una serie de ataques terroristas, en diferentes puntos del mundo occidental, a manos de militantes extremistas demuestran esto precisamente que, a nombre de su dios, se puede matar gente inocente que ellos consideran infieles. Los ataques perpetrados no tienen el mismo patrón. Por ejemplo, los de Canadá y Australia, fueron cometidos por individuos que actuaban solos, mientras que el de Francia corresponde a una planificación previa de un grupo armado. Lo que sí tienen en común es el fundamentalismo que envuelven a los militantes. Y es que ahí radica el problema. Porque se vuelve un problema religioso más que político. Mientras ellos crean que muriendo en una guerra santa alcanzarán el cielo, de nada va a servir cualquier tipo de razón que trate de explicarles. Cabe indicar que toda religión es dogmática; es decir, que sus preceptos se aceptan sin cuestionar y se los sigue. Si estos fundamentos no cambian, de nada va a servir cualquier tipo de razonamiento, porque muchos de ellos han vivido, han sido educados o, incluso, son nativos de los propios países atacados; y, se han convertido al islamismo.

 

Lo cierto es que el mundo está enfrentado una nueva era: la del terror, porque esto puede pasar en cualquier lugar y en cualquier momento; no se necesita un motivo, solamente un pretexto. El terror es una plaga que comienza a extenderse muy sutilmente; por más que existan expresiones masivas que digan que no, que no se tiene miedo, va a haber una autocensura en los actos y en la libertad de expresión. Nos admiramos de esta barbarie, cuando casa adentro –en Latinoamérica- se la vive también, en una forma disimulada donde los gobernantes se creen emisarios divinos destinados a gobernarnos por siempre y que se imponen por fuerza e intimidación a la población cuartando la libertad de expresión. Claro que esto no es un privilegio de Latinoamérica, sino que en todo el mundo hay estas figuras políticas que se han convertido en dioses y que promueven la veneración a su imagen para controlar a sus pueblos.

 

Las actitudes fanáticas por dioses, semidioses o gobernantes, enferma a los pueblos, ya que nadie es infalible ni dueño de la verdad absoluta; por lo tanto, no tiene derecho a imponérsela a nadie. El respeto a las creencias personales y a la libertad de la expresión es la que garantiza la convivencia pacífica de los pueblos. Me sorprendió las declaraciones de la representante de Corea del Norte, una joven refugiada que había escapado a los catorce años con su madre, en la cumbre de la ONG One Young World, en el 2014 en Irlanda, cuando confesaba que en su país les enseñan a los niños que su Jefe Supremo, Kim Jon-un, puede leer sus mentes y por lo tanto no se pueden ni siquiera permitir ningún pensamiento que les haga dudar de su grandeza. Este mismo personaje está extendiendo su poder al mundo, tratando de imponer lo que debemos pensar, o más bien mirar, por lo del ataque a Sony y a la película que lo ridiculizaba.

 

No sé si son más peligrosos este tipo de gobernantes que se creen omnipotentes o los dioses a nombre de los cuales se matan y aterroriza. En todo caso, los dos tipos piden veneración y obediencia incondicional, que a la final lleva a los mismos resultados funestos. Con dios, o a nombre de él, cualquiera que sea, todo se puede. Porque a nombre suyo podemos justificar todos nuestros actos, por más malos que sean y seguir sintiendo que somos buenos.

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