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La Granja de Dominic, cien por ciento al natural

28 de Agosto de 2013 a las 12:30

Por Ciro Alquichire V.

Italiano hace historia en Ontario, recuperando los verdaderos valores del campo. El sabor de las gallinas criollas, de esas que solo se producen en el campo, cuando hay una mano generosa que las alimenta, y que las cría a la vieja ultranza, sin asomos de agroquímicos, son una realidad hecha en Canadá gracias al esfuerzo de una familia de italianos, pero especialmente al soñador Dominic Commisso, un padre de familia, carnicero, e inmigrante que nos demostró porque lo natural sabe mucho mejor.

TORONTO.- Sobre una hermosa pradera al norte de Toronto, rodeado de bosques nativos y algunas haciendas productoras de maíz, donde ni si quiera llega una carretera pavimentada, crece la Granja de Domenic, un paraíso natural de 100 acres, en donde un italiano soñador y visionario está recuperando el espíritu de las antiguas granjas del mundo, el sabor de las gallinas criollas, de los huevos sin químicos, y de toda la crianza de animales de finca, cien por ciento al natural.

Como buen italiano, Dominic Commisso, un hombre de familia, un inmigrante conocedor como pocos de lo que significa ser un granjero de corazón, pero especialmente un carnicero por excelencia, decidió vender en su carnicería en Mississauga productos ciento por ciento naturales, y para ello compró hace dos años una antigua finca a los menonitas, que como el no utilizan ningún tipo de agroquímicos, para hacer su sueño realidad.

Acompañado de su esposa y sus hijos, este inmigrante emprendió la construcción de la Granja de Domenic, que hoy orgullosamente muestra a los canadienses y especialmente a los latinoamericanos, que han sido parte de sus clientes durante más de 30 años en Mississauga, en el 1004 de Burhamthorpe, en donde junto a sus hermanos ha brindado lo mejor de los mejor en cuanto a carnes, aves y comida se refiere.

Demostrando el buen sabor de un asado al aire libre, el domingo pasado un grupo de latinos y canadienses fueron invitados a conocer ese paraíso natural creado por los Commisso, localizado en la zona de Shelburne, al norte de Toronto, en un recorrido de casi dos horas por un bello paisaje.

La familia en pleno y los trabajadores de la finca, pero especialmente Dominic nos mostraron como logran que una gallina, un conejo, una paloma, o un pavo, peces criados en un lago artificial, y hasta la miel de las abejas, pasan del campo a la mesa, sin que intervenga nada que lo contamine químicamente. 

“Esto no me va hacer millonario, pero me produce una gran satisfacción, porque sé que estoy entregando un producto natural, porque yo mismo soy el que crio los animales, los mato y los llevo a la tienda, porque me gusta, amo el campo y amo lo que hago, porque sé que la gente disfruta y sabe los que es el verdadero sabor de la comida sin químicos”, dijo este inmigrante, hijo de una familia de carniceros italianos, que pasaron la sabiduría de vender la mejor carne a sus clientes, entre los que se encuentran también buenos restaurantes de la ciudad, que buscan lo natural.

Dijo además, que se siente muy latino, porque como los italianos la familia es el eje central de sus vidas, pero además porque saben y disfrutan de una buena carne, una parrillada, un asado y todo eso que solo se puede tener cuando el producto es sano, sin animales llenos de hormonas y químicos, que perjudican a quienes los consumen.  Se siente tan latino y tan cercano a nuestra comunidad, que en su tarjeta de presentación de la tienda en Mississauga, se puede leer al mejor “Estilo Latinoamericano”.

 

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