ARTICULO

Las Plantas de Gas en Ontario.

17 de Octubre de 2013 a las 14:04

Por Anabelle Chacón Castro.

 

Una negligencia que costó más de un billón de dólares

Imaginemos que Usted necesita una cocina a gas en su casa para reemplazar la eléctrica que tiene.  Viene un representante de la compañía de gas, le pinta que todo va a ser de maravilla, sencillo y a bajo costo; y, sobretodo que el futuro esta inversión le va a proporcionar un gran ahorro en su presupuesto.  Usted, deslumbrado por los beneficios, firma un contrato “llave en mano”; es decir, que el contratista se hace cargo de todo lo necesario y le entrega su cocina funcionando.    Cuando Usted anuncia la noticia a su familia, ellos ponen el grito en cielo por no haber sido consultados y le dan una y mil razones para no hacerlo.  Bajo la presión familiar que se genera, Usted llama a la compañía y cancela el contrato que había firmado.  Esta le dice que no hay ningún problema y que la cancelación procede pero tiene que pagar por la misma el monto estipulado en las letras pequeñas.  Horrorizado, Usted va a ver el contrato y se da cuenta del craso error que cometió.  Primeramente, no debió haber dicho cancelado, sino anulado; ya que, cancelación implica que el trabajo estaba ya en curso de ser realizado y realizándose  y por lo tanto el contratista tiene que ser retribuido por el tiempo y dinero invertido; anulación, significa simplemente hacer de cuenta que no existió y por lo tanto no implica haberes económicos.  Al querer corregir su error, Usted vuelve donde el contratista y quiere retractarse y decir que quiere anular en vez de cancelar.  Aquí se produce el segundo error porque Usted admite que hubo una cancelación y no anulación.  Valiéndose de artilugios contractuales, el contratista le dice que no se puede porque ya dio la primera opción y el contrato ha sido cancelado y que, si no quiere ser demandado, Usted tiene que pagar una suma superior a la que hubiese pagado si le instalaban la cocina de gas, como compensación a la compañía.  Sintiéndose derrotado Usted opta por pedir que le hagan no más el trabajo y la compañía le dice que no se puede porque, el contrato una vez cancelado, el trabajo no procede.   Simplemente, ante su metida de pata, Usted no le toca más que pagar la multa con el consabido resultado de que Usted pagó por un servicio que nunca recibió y que le ha empobrecido más de si lo hubiese hecho, puesto que ese dinero pudo haberlo usado en algo diferente.

Dalton Mc Guinty y Kathleen Wynne
Dalton Mc Guinty y Kathleen Wynne

Esta analogía sirve para explicar lo que ocurre con las tan mentadas plantas de gas en Ontario.  El gobierno de la Provincia de Ontario hizo un contrato en el 2010 con Transcanada para construir una planta de gas generadora de electricidad en Oakville y en el 2011 con Greenfield South para construir otra en Mississauga.  La justificación era el crecimiento acelerado de las partes suburbanas y la necesidad de abaratar el costo de la energía eléctrica.  Ante la protesta de los ciudadanos en las áreas elegidas para los mencionados proyectos y la cercanía de las elecciones del 2011, Dalton Mc Guinty cancela los contratos y con ello los resultados de las elecciones, ya que los liberales logran conservar los cinco representantes de estas regiones y Mc Guinty se salva también y resulta re-electo como Primer Ministro de Ontario.

Los costos de estas cancelaciones comienzan a aparecer y se producen una serie de escándalos alrededor del tema porque se trata de ocultar información borrando emails que explican los manejos de estos rubros.  El 15 de octubre del 2012, sorpresivamente Mc Guilty anuncia su renuncia tan pronto el Partido Liberal nombre su sucesor y dice que se retira de la vida pública, lo cual no cumplió porque meses más tarde se incorpora al Parlamento en un cargo que “hereda” de su padre y donde se mantiene hasta la fecha.

Inicialmente, los liberales aceptaron que el costo de la cancelación de las plantas de gas fue de 40 millones de dólares.  Ante esta cifra, la Primera Ministra Kathleen Wynne hizo pública su disculpa a los contribuyentes aunque más tarde tuvo que volver a hacerlo porque la cifra subió a 240 millones.   Cabe destacar el valor Wynne de enfrentar la situación que heredó de su compañero de banca Mc Guilty, cosa que él debió hacerlo y no renunciar como lo hizo.

La semana pasada, al año de la renuncia de Mc Guilty, la auditora Lorrie Goldstein hizo público el documento donde revela que el costo real de la cancelación de la Planta de Oakville fue de 815 millones y de la de Mississauga de 295 millones, que dan un gran total de 1.1 billones de dólares, una cifra mayor  de lo que hubiese costado construirlas.  Para tener una relación de estas cifras, que resultan desproporcionadas para las que manejamos a diario, la extensión del metro a Scarbourough cuesta 600 millones y la renovación de Union Station cuesta 60 millones.  Imagínese lo que se puede hacer con más de un billón de dólares.  Ahora bien, quién paga esto? Pues Usted, yo y todos los que pagamos impuestos.  Así se malversan los fondos públicos y nadie ha sido ni enjuiciado ni está preso por esta tremenda negligencia.    El gobierno de Mc Guilty deja un sinsabor a los ontarianos  por sus escándalos: ORNGE, ehealth, entre otros, pero éste ha sido el mayor de todos.

Quizás ahora la única alegría que nos queda a quienes vivimos aquí es que la ontariana Alice Munro ganó el Premio Nobel de Literatura y se convierte en la primera canadiense en recibirlo, lo cual es un mérito muy grande.  Ojalá Munro, como reina de los cuentos cortos que es, pueda escribir uno sobre este tema y pase de género de drama al de terror, porque las cifras presentadas están para erizar los pelos de cualquiera.

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