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EL PREMIO NOBEL DE LA PAZ, Una justa designación

09 de Octubre de 2018 a las 09:16

EL PREMIO NOBEL DE LA PAZ Una justa designación

POR: ANABELLE CHACON CASTRO

El Premio Nobel de la Paz es uno de los premios que más atención atrae en el mundo por la connotación que tiene.  Es otorgado por una acción relevante que haya hecho alguien a favor de la paz y fraternidad de la humanidad.  Últimamente, fue muy cuestionado desde el 2009, cuando Barack Obama fue designado como ganador y en el 2016, Manuel Santos lo recibió por sus acuerdos de paz con las FARC.  En el caso de Obama, su designación fue controversial porque su ofrecimiento de terminar con la guerra del golfo y sacar todas las tropas de los sitios ocupados jamás se cumplió y, Santos, porque el proceso con las FARC trajo impunidad y mucha frustración entre los colombianos, más ahora que grupos disidentes se han mantenido activos.

Este año la designación del Premio Nobel de la Paz ha recaído en Denis Mukwege y Nadia Murad.  El primero, mejor conocido como el Doctor Milagro, un ginecólogo congoleño que fundó un hospital para dar ayuda médica a mujeres víctimas de violencia sexual.  La segunda, una joven yazidi secuestrada por el estado islámico del que logró huir, hoy activista por las mujeres que la sufren y defensora de las minorías que se encuentra siendo victimas de un genocidio a manos de ISIS.

Mukwege tiene una historia de toda la vida, desde muy joven acompañaba a su padre, pastor de una iglesia, a reconfortar a las victimas de una guerra fratricida que hay en el Congo por tribus que responden a grupos de poder que se pelean por controlar los campos mineros.  En 1995 comenzó a trabajar en carpas ofreciendo operaciones quirúrgicas reconstructivas para mujeres abusadas sexualmente.  Este improvisado centro fue destruido en 1998 y vuelto a reconstruir en 1999.  Luego fue creciendo y ahora tiene el Hospital Panzi ubicado en la ciudad de Bukavu, fronteriza con Ruanda y Burundi, donde da atención a toda mujer que la solicite.  Hasta ahora se estima que ha atendido a 40 mil mujeres y tiene un promedio de 3 mil 500 al año, es decir unas diez operaciones al día.  Por sus continuas criticas al gobierno congolés y a los grupos armados, en el 2012, sufrió un atentado en su casa donde encapuchados retuvieron a su familia y lo amenazaron de muerte.  Al ver amenazada a su familia huyo a Bélgica, donde se radicó.  En el 2013, ante el clamor público de que vuelva y la recolección de fondos para su pasaje, no se pudo negar y regresó a trabajar y vivir en el hospital, donde cuenta con la custodia permanente de las fuerzas de paz de las NNUU.  En el 2012, recibió una condecoración en la ONU y dio un discurso que estremeció al mundo cuando denunció los casos que recibía en el hospital dramáticos como la mujer violada que luego recibió disparos en su vagina y en sus piernas: “una guerra injusta que ha utilizado la violencia contra las mujeres y la violación como estrategia de combate”, sentenció Mukwege y que el presidente Joseph Kabila mira impasible.

Murad, en el 2014, cuando solamente tenía 17 años y era una adolescente en la remota aldea de Koyo, en la región de Sinjar, Siria, un batallón de ISIS entró a la aldea y mató 600 personas, entre ellos seis de los hermanos de Nadia y raptaron a las mujeres más jóvenes para llevarlas como esclavas sexuales, mientras que, a 80 mujeres mayores, entre ellas la madre de Nadia, eran fusiladas dentro de una fosa común.  Murad intentó escapar varias veces, por lo que siempre fue golpeada, torturada brutalmente y violada en forma colectiva, hasta que a los tres meses de cautiverio logró huir del campamento a una aldea vecina, donde una familia la ayudó a escapar de la zona de conflicto, hasta que llegó a un campo de refugiados en Rwanga donde había un programa de ayuda a jóvenes y niños victimas de la violencia islámica y fue lo que la llevó a Alemania.  En el 2017, ya recuperada física y psicológicamente, tuvo el valor de contar todo lo que había pasado y visto en el campamento islámico.  Su vida como activista en favor de las mujeres esclavizadas por el estado islámico y en contra del genocidio yazidi.  En su libro “Yo seré la última”, relata la historia de su cautiverio y su lucha contra el estado islámico, pero no se limita a contar únicamente su vida, sino la de miles de jóvenes y niños que permanecen todavía cautivos y que son vendidos, muchas veces, por veinte dólares.

El Premio Novel de Paz se ha reivindicado con la designación de Mukwege y Murad, ya que hace visible un problema latente en el mundo que es la violencia sexual contra la mujer, más aún cuando es usada como arma en zonas de conflicto bélico, aunque esto no es un problema actual porque siempre lo ha sido.  Los militares siempre lo han hecho, sino pregúntenles a miles de mujeres alemanas que fueron violadas por el ejercito ruso en la ocupación, por mencionar un ejemplo.  Así que este premio más que ir a los nombrados, va a todas esas mujeres que han sufrido y siguen sufriendo una violencia aterradora.

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