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EL MUNDIAL DE RUSIA 2018

19 de Junio de 2018 a las 11:04

EL MUNDIAL DE RUSIA 2018Se detiene el mundo
ANABELLE CHACON CASTRO

En la Rusia zarista de Vladimir Putin, quien está en el poder desde 1999 y ha sido dudosamente reelecto, se desarrolla el evento que concita la atención de todo el planeta y que año tras año adquiere más adeptos, es el Mundial de Fútbol  Rusia 2018.  Durante un mes, el mundo se detiene y todo gira en torno a los partidos y los resultados.

Aunque la inversión en infraestructura creció frente al gasto que hizo Brasil en el 2014, Rusia tuvo que invertir 600 millones de dólares adicionales para estar listo para el evento. El 57,6% de ese total se financia con fondos federales, otro 13,6% de los gobiernos regionales, y 28,8% de la empresa privada.  Este gasto ha traído protestas de la población que, desgraciadamente, no son difundidas y se pierden en el silencio, recordándonos los carteles del mundial anterior que decían “Brasil no es solo fútbol”. Quizás esta fue uno de los motivos por lo que la ceremonia de inauguración fue completamente austera y breve, o tal vez por la idea de devolver el protagonismo al fútbol y dar paso lo más rápido posible a que ruede el balón y no perder tiempo en un espectáculo fatuo que, a fin de cuentas, no aporta nada al deporte.

Por otro lado, los precios de las entradas a los partidos oscilan entre 100 y 1000 usd, considerando que el salario básico ruso es de 600 usd, resulta caro para la gente local tener acceso al espectáculo.  Cabe recordar que, en la reventa, los precios de las entradas van subiendo exorbitantemente hasta llegar, en la final, a mas de 20 mil usd por cada uno.

Ya el juego en sí, es una belleza.  Su velocidad, el dinamismo, lo impredecible, la igualdad que permite ver el enfrentamiento de once contra once.  Lo desmerece las faltas, el juego sucio, el drama y teatro de algunos jugadores, el mercantilismo que ronda, la arrogancia de ciertas estrellas, la falta de entrega de los equipos a sus hinchas.

Pero, más allá del juego y del enfrentamiento de dos equipos, se puede ver el choque de culturas. El ejemplo claro lo vimos en el partido Argentina versus Islandia.  Algún comentarista argentino, en lo comentarios previos, se mofaba de equipo isleño diciendo que ni siquiera eran jugadores profesionales, en alusión al hecho que los jugadores tienen otro oficio o profesión a la que se dedican a tiempo completo y el fútbol les representa una actividad adicional; o, que su director técnico es un odontólogo que funge como tal adom nori.  Pero no fueron capaces de ver que eso, en vez de ser una debilidad, se convirtió en la fortaleza de los isleños.  

Tal fue así que los argentinos, con su gran estrella Messi, no pudieron doblegar a los vikingos y tuvieron que conformarse con un deshonroso empate.  Similar suerte corrió la delegación brasilera que tuvo una deslucida actuación frente a una fría Suiza que le hizo caer en un letargo y se conforme con un empate, ante la poco o nada actuación de su estrella Neymar que estaba haciendo el drama en cada falta, como en el mundial anterior que salió con una supuesta lesión en la espalda, cuando era claro que no podía darse el lujo de estar en la cancha con un equipo que no iba a ser campeón.

Selecciones campeonas mundialistas son humilladas con estos resultados, pero no tanto como el campeón reinante, Alemania, que fue avergonzado por México, que en las apuestas ni siquiera lograba un uno a uno, porque nadie contemplaba la posibilidad de que gane e hizo que Alemania pierda la fuerza y velocidad que todo el mundo esperaba ver para que arrolle completamente al combinado charro.

Quien realmente demostró su peso en oro fue Cristiano Ronaldo que se hecho a su selección al hombro y el solo empató a su archi rival, España, y logró el empate en el mejor partido de la etapa inicial del torneo.

En fin, el Mundial comenzó y disfrutaremos de un mes de emociones que nos hacen olvidar de los problemas individuales y colectivos.  Su mayor encanto esta en lo impredecible de los resultados y la emoción de todo el proceso. Con todos sus bemoles, el fútbol del mundial nos invita a disfrutar y olvidarnos de los problemas.  Sería maravilloso que todos los problemas que aquejan al mundo se puedan resolver en una cancha en un 11 a 11 y con su majestad la pelota que decida.

 

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