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De vuelta a la realidad

27 de Septiembre de 2013 a las 10:08

Una caricatura de Mafalda trata de que la pequeña niña está en la playa de vacaciones y se pasea por todo lado y mira como todo el mundo disfruta, sonríe y está feliz compartiendo con sus semejantes, entonces – la incisiva Mafaldita- se pregunta: “Por qué cuando todo lo mundo está de vacaciones, parece que nadie tuviese la culpa de nada?”.
 

A todos nos ha pasado que la parte más difícil de las vacaciones es el regreso.  Se dejan atrás recuerdos y vivencias que nos permiten tomar fuerzas para continuar con la vida diaria, pero una vez de vuelta es duro tener que asimilar (y aceptar) la realidad, la misma que va desde los quehaceres de la casa, el trabajo, el clima y las noticias que nos hemos perdido.
 

Es que cuando se está de vacaciones, no hay motivo por el cual debamos preocuparnos de si sube o no el precio de la gasolina o si en el trabajo algo salió mal y nos esperan de vuelta para que lo resolvamos o las cuentas pendientes que tenemos que pagar.  En realidad, todos merecemos un tiempo de asueto para descansar física y emocionalmente.
 

Una vez de vuelta, lo primero que nos sorprende es que toda la ropa que trajimos de vuelta está sucia, la casa necesita una limpieza, las mascotas no han sido cuidadas como debían, el jardín necesita cuidado.  Superada esta primera etapa, el primer día de trabajo después de vacaciones puede ser una experiencia traumante, que uno se pregunta “para qué me fui”, porque hay una pila de trabajo esperándonos, peor que la que teníamos antes de irnos.  El clima, es un factor siempre preponderante, porque –generalmente- donde fuimos estaba mejor que en el que vivimos y es fácil en la transición pescar un resfrío o un malestar estomacal.
 

Pero el marco del regreso se completa con las noticias, de las cuales nos habíamos desconectado –tal vez intencionalmente para completar el descanso.  Resulta deprimente ver como el mundo se ha caído a partes en nuestra ausencia y la capacidad de sorprendernos, valga la redundancia, nos sorprende porque regresamos más sensibles a todo.  Esto me produce, en lo personal, un sentimiento de culpabilidad.  Dónde estuve yo? Divirtiéndome, mientras las matanzas siguen.  Es que el mal en el mundo no descansa nunca.  Quizás toda esta gente que hace tanto daño necesita vacaciones para re-encontrarse consigo mismo y no andar por allí haciendo cosas malas.
 

Cómo hubiese querido no encontrar la noticia de que en Siria se usaron armas químicas o que nunca ocurrió la matanza de en la base militar de Washington.  Pero si hubiese querido encontrar más noticias como las que el Papa muestra apertura a las personas divorciadas, homosexuales o a las mujeres que han tenido un aborto.  Qué triste es saber que el mundo no se ha ido de vacaciones con nosotros y todo sigue igual, pero ahora lo percibimos peor ya que por unos días tuvimos la oportunidad de ser felices y estar alejados de esa realidad que nos cuesta vivir y esos momentos de felicidad nos sirven para tomar energía y continuar y recuperar la capacidad de ser sensibles hacia todo.
 

El ataque químico en Siria traspasa cualquier límite de aceptación.  La guerra de por sí sola no tiene ningún tipo de justificación peor aún cuando se llega a este tipo de crueldad con su propio pueblo, porque la guerra civil que se ha desatado ahí ha salido de control, como siempre ocurre con todas las guerras y la población civil siempre es la que termina por pagar las consecuencias.  Claro que esto no hace perder la perspectiva de sus orígenes; es decir, que Bashar Al Assad y su familia han estado en el poder por más de cuarenta años y eso es razón más que suficiente para que su pueblo esté cansado de su gobierno.
 

La reciente matanza en la base militar en Washington tiene otra connotación.  Es el resultado de una sociedad violenta como lo es la norteamericana.  A través de los tiempos, más aún en la época reciente, este tipo de actos se presentan como un fenómeno común en las noticias estadounidenses.  Civiles que, sin una razón aparente, disparan contra otros como un desahogo a sus frustraciones personales.  Y es que los referentes imaginarios de los pueblos se proyectan en sus habitantes.  La política internacional ejecutada por los Estados Unidos tiene tintes violentos y tendencia a inmiscuirse en asuntos que no son suyos pero que afectan directamente a su bolsillo.  La famosa guerra de Irán es la muestra clara de que defienden sus intereses más que los del pueblo que dicen ayudar y todo a punta de violencia, en un guerra que parece no tener fin y que Obama, cuando estuvo en campaña prometió terminar y sacar a las tropas; sin embargo, ahora la realidad es que más priman los intereses económicos que los ofrecimientos de campaña.  Como muchos políticos que ofrecen respetar zonas ecológicas pero al momento de hablar de dinero, optan por éste y promueven la violencia estatal al asegurar que cualquiera que se sienta ofendido puede reaccionar con violencia física para defender su tan mentado honor.  
 

Estos referentes de los gobiernos se reflejan en sus habitantes.  La importancia que se da a lo económico y resolver los problemas en forma violenta, si se practica como una política de estado es obvio que repercute en la población y si las más altas autoridades de un país actúan así, por qué no sus ciudadanos.  Es decir que, con estas actitudes, pronto estaremos resolviendo todo a punta de patadas y disparos.
 

Pero de regreso no todo es malo, siempre hay una luz de esperanza en el horizonte.  Y es que el Papa Francisco ha llegado con todas las intenciones de poner la casa en orden; y, está pasando de las intenciones a la acción, así lo ha mostrado desde el día en que asumió el Papado.  Ya ha dado grandes muestras de esto, con noticias asombrosas como cuando se arrestó al Ministro de Finanzas del Vaticano por actos de corrupción, que antes siempre han sido tratados en estricto secreto al igual como los casos de pedofilia.  Ahora ha sido muy explícito en hablar sobre el tema de divorcio, homosexualidad y aborto; y,  muestra un grado de aceptación a las personas sumergidas en estas situaciones.  Aunque su forma de manifestarse sobre el tema no ha sido de mi agrado, puesto que pide “misericordia” para estas personas, es un adelanto.  La palabra misericordia la considero como degradante, puesto que -si tomamos el significado del Diccionario Ilustrado Bíblico- es el amor compasivo hacia el ser que está en desgracia. 
 

Ojalá la cotidianidad no me haga insensible a los temas sociales y mantenga capacidad de asombro y de indignación ante tanta estas noticias que abundan en los noticieros.  Porque el primer paso para curarse de una enfermedad es saber que se está enfermo, de la misma forma que para lograr cambios en el mundo lo primero que se necesita es saber que se debe cambiar.

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