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Reflexiones De Semana Santa

03 de Abril de 2018 a las 09:40

La Semana Santa es un tiempo de reflexión y reconciliación espiritual, para los cristianos.  Para los no cristianos un tiempo de descanso.   Es indudable la influencia de la iglesia católica y, en términos más generales, del cristianismo en el mundo occidental.  Para entender la dimensión de esto basta tener presente ciertos números.  Según El Vaticano, existen cerca de mil trescientos millones de católicos, que representan el 18% de la población mundial, los musulmanes cuentan con 23% de adeptos.  Pero más  allá del catolicismo, la cristiandad se extiende aún más en la población mundial, separándolo en cristianos y no cristianos, aunque ahora ha surgido una nueva tendencia de clasificar las religiones en monoteístas y politeístas.  Las monoteístas son aquellas que tienen un solo dios, en ella están los cristianos, protestantes, judíos y musulmanes, que son también llamadas abrahámicas porque todas ellas reconocen a Abraham como profeta.  Las politeístas tienen varios dioses, entre ellas se encuentran los hinduistas, confucionistas, religiones ancestrales, entre otras. 

Esta nueva forma de clasificar a las religiones se da para encontrar puntos de convergencia y acercar más a los creyentes, sobre todo por el desplazamiento de millones provenientes del oriente por la guerra con ISIS, la guerra de Siria y la inestabilidad política y económica de la zona norte de África y la radicalización islámica como el aparecimiento de grupos como Boko Haram.  Este fenómeno sin precedentes en la historia ha traído una migración masiva a Europa que ha despertado un xenofobismo, por esto se ha optado por impulsar un acercamiento. 

Pero la religión ha sido siempre usada para manipular a la gente.  Se envilece a quienes tienen otra religión diferente y se reconoce a la que se practica como la poseedora de la verdad absoluta y el dios que representa es el único y verdadero.  Esto, no tendría porque marcar diferencias entre las personas porque cada uno es libre de pensar y vivir como quiera.   Sin embargo, cuando se radicalizan estas creencias pueden desatar hasta guerras.  La religión no puede ser utilizada para reprimir peor matar gente porque se les creen infieles, o quitarles sus tierras a cuenta de que se es el pueblo elegido, o discriminar a alguien por sus creencias; sin embargo, estas esto es lo que ocurre alrededor del mundo.

Personalmente, prefiero pensar en dios como el de Baruch de Spinoza (filósofo holandés del siglo XVII) que asegura que a dios no se lo encuentra en las iglesias o templos, sino que está dentro de nosotros mismos y en la armonía que debemos mantener con los demás y la naturaleza.  Una idea muy cercana al panteísmo que promulga que el concepto de universo, naturaleza y dios son uno solo.   Esto nos lleva a pensar en el confucionismo que promulga que toda persona tres ejes: el físico, el mental y el social, de los cuales el tercero, lo social, es el más importante porque la mejor cualidad es que nos permite ser mejores personas ya que es la que nos faculta a relacionarnos con nuestras circunstancias. 

Estas dos visiones, la de Spinoza y Confucio, resumirían lo que promueve la religión: un estado de armonía de la persona con lo que le rodea y consigo misma.  No importaría entonces en que dios creemos sino como nos comportamos con nosotros mismos, con nuestros semejantes y con todo lo que nos rodea. 

Bajo esta reflexión, de que sirve ser religiosos sino somos espirituales, o ser creyentes y no practicantes, o creer en un dios que no está físicamente con nosotros sino respetamos a nuestros semejantes.  La religión no es la iglesia a la que vamos una vez a la semana, sino la forma en que actuamos todos los días. Nuestros actos construirán nuestro cielo o infierno, ya sea aquí o en el más allá.

ANABELLE CHACON CASTRO

 

 

 

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