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LO QUE EL VIENTO SE LLEVO La magia del cine

07 de Octubre de 2014 a las 11:20

Anabelle Chacón
Por: Anabelle Chacón Castro
 
El cine tiene una magia única que hace que nos traslademos a extraños mundos a vivir las más diversas historias. A mi parecer, este encanto se ha ido perdiendo con la tecnología que se usa, a veces en exceso, que se pierde en una serie de ruidos e imágenes que no tienen contenido. Para mí, una película tiene que ser vista en la pantalla grande, especialmente si tiene efectos especiales, aunque la trama sea ligera.  Fue así que la última película que vi fue “Guardianes de la Galaxia” en tres dimensiones. He notado que los primeros minutos, la sensación tridimensional deslumbra, pero al poco tiempo el ojo se acostumbra y el efecto pasa desapercibido. Del contenido de esta película, mejor ni hablar, me preguntaba qué hago yo viendo una película donde uno de los personajes principales es un mapache humanoide que habla y que es tan inteligente que es un genio con las computadoras y puede armar una bomba de destrucción masiva. Creo que por más que se ubique en miles de años en el futuro, esto no tiene ni pies ni cabeza. Por supuesto, que el grupo que fungen de guardianes son todos unos perdedores, que son guiados por un líder que da el consabido discurso motivacional que los convierte en ganadores y son capaces de salvar el universo.  Un guión típicamente mercantilista diseñado para vender.
 
 
Como esta película hay otras de terror o humor ligero que, muchas veces, atentan contra la inteligencia de cualquier persona, por lo absurdo del tema. En este mercado de consumo que se ha convertido el bien llamado “séptimo arte”, resulta difícil encontrar una película magistral, quizás también porque lo que se exhibe en cartelera es lo que más vende, que no necesariamente es lo mejor. Así, festivales como el que hay ahora aquí en Toronto año tras año (Toronto International Film Festival, TIFF) nos da la oportunidad de tener un cine alternativo. Actualmente, se está realizando (hasta el 8 de noviembre) el Festival de la Imagen y la Palabra, que también nos da esta oportunidad.
 
 
Pero siempre también existe la posibilidad de disfrutar de una buena película del ayer. Este año es el septuagésimo quinto aniversario, en el buen cristiano 75 años, de la película “Lo que el viento se llevó” basada en la novela del mismo nombre de Margaret Mitchell, ganadora del Premio Pulitzer en 1937, que va a salir en una edición de lujo.  El estreno, diciembre 1939, causó una sensación en el mundo de espectáculo por la majestuosidad de la producción y el costo de la misma, la más cara hasta ese entonces y por su duración, 238 minutos. Arrasó con los Premios Oscares, ganando diez de ellos y tomó mucho tiempo para ser superado este récord. Fue la pionera del cine épico, ya que después vendrían películas como “El Doctor Zhivago”, “Cleopatra”, “Ben-Hur”, “Lawrence de Arabia”, entre otras.
 
 
Por donde se la vea, la película es totalmente majestuosa: el guión, los artistas, la escenografía, la música. Las escenas impresionantes como la quema de Atlanta o el hospital de los heridos, donde participan cientos de extras y que se disfruta del realismo extremo, tanto así que la del incendio solamente fue filmada una vez por el costo del escenario que reproducía la ciudad.
 
 
En vano se trató de hacer secuelas de la  historia, como “Scarlett”, escrita por Alexandra Ripley en 1991, y presentada en forma de miniserie; o, como “The wind done gone”, que se puede traducir como “El viento ido” porque no hay una traducción oficial de la novela en español, y que trata de la misma novela de Mitchell pero desde el punto de vista de los esclavos; escrita por Alice Randall en el 2001, no fue llevada a la pantalla por la controversia legal sobre plagio, demandada por los herederos de Mitchell.
 
 
Lo cierto es que Rhett Butler y Scarlett O'Hara forman una de las grandes parejas románticas de la literatura universal y han sido eternizados en la pantalla. El carisma de este trotamundos sureño y el carácter emprendedor y mundano de la bellísima damisela, hacen que sean los personajes perfectos de una historia de amor y odio, en medio de una guerra sin sentido. 
 
 
Si Usted no ha tenido la oportunidad de verla, créame que vale la pena y pasará al grupo de los que no pueden olvidar las últimas líneas que se dijeron al despedirse, cuando Scarlett le preguntaba a Rhett qué sería de ella, él le contestó: "Francamente, querida, me importa un bledo", dijo mientras se ponía el sombrero y se alejaba entre la niebla; y Scarlett, con su temple inquebrantable, giró y dijo: "...Después de todo, mañana será otro día", frase que la tengo enmarcada en un portarretrato, que compré cuando visité el museo de Margaret Mitchell en Atlanta, y que luce orgullosa -como ella- en el escritorio de mi oficina.

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