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EL VATICANO EN DISYUNTIVA ¿Protección a menores?

26 de Febrero de 2019 a las 15:01

EL VATICANO EN DISYUNTIVA ¿Protección a menores?

ANABELLE CHACON CASTRO

La cumbre anti pederastia organizada por El Vaticano, por pedido del Papa Francisco, se desarrolló durante el 21 hasta el 24 de febrero. Pero esta iniciativa no ha sido espontanea, sino que se ha dado frente a los frecuentes escándalos de abuso sexual del presente y del pasado, que han dejado entre la espada y la pared a la Iglesia Católica y a sus devotos. El encuentro que abarca a 190 participantes, todos hombres, por supuesto y ha sido denominada mediante un eufemismo que nadie cree “Encuentro de Protección a Menores” ¿protegerlos de quién? ¿de los mismos sacerdotes? ¿protegerlos de qué? ¿de sus abusos?

Las posiciones han sido contrapuestas, mientras el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, uno de los organizadores del encuentro, ha sido muy cauto al momento de hablar sobre el tema aunque ha pedido que se revise el proceso de ingreso al sacerdocio, los mecanismos de control y la cooperación con las autoridades judiciales, aunque, según Scicluna no hay que tener “nostalgia por la Inquisición”; el arzobispo filipino, Antonio Tagle, ha lanzado un discurso directo contra el encubrimiento por parte de las autoridades eclesiásticas a los sacerdotes que han incurrido en estos abusos y ha sido muy enfático al decir: «Nuestra falta de respuesta ante el sufrimiento de las víctimas hasta el punto de rechazarlas y de tapar el escándalo para proteger a los autores y a las instituciones ha dañado a nuestro pueblo y ha dejado una herida profunda en nuestra relación con los fieles».  Para Tagle el asunto es sencillo “elegir entre el abusador o la víctima”.

El encuentro se inició con el testimonio, mediante video, de víctimas de sacerdotes.  No solamente se ha limitado a menores, sino a mujeres que han sido también abusadas.  Entre los testimonios más impactantes está el de un joven sudamericano que cuenta que acudía a la iglesia en busca de protección y porque pensaba que se sentía seguro, pero fue todo lo contrario y fue abusado durante años por el párroco.  Otro testimonio aún más impactante fue el de una mujer africana que relato que desde que tenía quince años fue obligada por un sacerdote a mantener relaciones sexuales con él y fue él mismo que la hizo abortar por tres ocasiones.  Otros testimonios hablan del encubrimiento por parte de nuncios y obispos, como el de un sacerdote alemán que declaraba que fue violado por un sacerdote cuando era un novicio y cuando acudió ante el nuncio, lo único que recibió fue el silencio.  Lo mismo le ocurrió a un hombre asiático que confiesa que fue violado más de cien veces por sacerdotes y cuando denunció a las autoridades eclesiásticas, no fue escuchado.

El domingo concluyó el evento, tras la intervención del cardenal de Bogotá, Rubén Salazar, se hizo una oración por las víctimas.  Aunque los elegidos de la Iglesia han formalizado un documento con las recomendaciones, este no pasa de ser pura retórica como la iglesia católica canadiense que publicó en 1992 “Del sufrimiento a la esperanza”, en el cual se hacía recomendaciones para evitar el abuso sexual en sus iglesias tras el mayúsculo escándalo de 1987.  Igual cosa pasó con el episcopado de Estados Unidos, que en un documento llamado “5 principios”, en 2002, advierte que “si la acusación es sostenida por pruebas suficientes, se establece la pronta remoción del presunto culpable de sus deberes ministeriales y la remisión a un juicio adecuado e intervención médica”.  Otras diócesis que han enfrentado gigantescos escándalos, como la de Irlanda y Australia, han publicado documentos similares, pero el problema no ha amainado y más bien han surgido otros colaterales como la pornografía infantil, que obligaron al Papa Benedicto XVI se la incluya como falta grave en el Derecho Canónico.

La única invitada, mujer, a la patriarcal reunión, fue la profesora Linda Ghisoni, experta en Derecho Canónico, quien aseguró que la mujer es la imagen de la Iglesia: "No se trata de dar más funciones a la mujer en la Iglesia, sí esto es bueno, pero no resuelve el problema. Se trata de integrar a la mujer como figura de la Iglesia en nuestro pensamiento. Y pensar así en la Iglesia con categoría de mujer".

Sin embargo, la respuesta del Papa Francisco tuvo un tono tajante: "Invitar a hablar a una mujer no es entrar en la modalidad de un feminismo eclesiástico, porque al final todo feminismo acaba siendo un machismo con la falda", afirmación que resulta innecesaria cuando se habla delante de un auditorio solo de hombres que son los que decidirán lo que hay que hacer con un problema tan delicado; es decir, no harán nada.

 

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