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El amenazante mundo de los estados fallidos

15 de Septiembre de 2016 a las 13:37

Angel Alvarez

Por: Ángel E. Álvarez, PhD

El Estado juega un papel fundamental en la creación y distribución de bienes públicos que el mercado no provee o lo hace ineficientemente. El Estado como mínimo provee bienes fundamentales como la seguridad nacional y orden público, el estado de derecho, la estabilidad macroeconómica. El Estado social de derecho crea condiciones o directamente se involucra en la gestión del bienestar social y de promoción del desarrollo económico. Fantasías neoliberales y anarquistas aparte, la ausencia de Estado está lejos de ser una situación deseable.
 

La fragilidad y el fallo del Estado tienen efectos dramáticos a nivel nacional. Un estado frágil o fallido es incapaz de garantizar el orden social y la seguridad de las personas. Ello se traduce en criminalidad exacerbada, deterioro de la salud pública, epidemias, incremento de la mortalidad (especialmente la de infantes y jóvenes), deterioro de los servicios públicos, escases de alimento y de agua. Las crisis asociadas a la fragilidad del estado conducen a la fuga de cerebros, emigración masiva y desplazamiento de refugiados. La falla del Estado correlaciona con graves crisis económicas, desempleo y pobreza aguda, así como a inequidades en la distribución de los recursos, corrupción, violencia social y discriminación y severa inestabilidad política (golpes de Estado sucesivos, guerra civil, opresión de grandes grupos humanos por una elite tiránica).
 

A nivel internacional, la fragilidad y falla de un Estado genera retos de importancia. En un mundo globalizado, la decadencia de un estado amenaza a los estados vecinos y demanda la atención de países distantes por sus efectos sobre la economía mundial, los flujos migratorios legales e ilegales, el expansión de enfermedades trasmisibles, los daños ambientales con efectos globales, la radicalización política de grupos violentos que atentan contra la seguridad global y la violación de derechos fundamentales de vastas mayorías humanas. El fallo de estado no es un asunto menor, reducido a unos pocos países de escaso desarrollo en el mundo. Por el contrario, es un fenómeno que exige mayor estudio por parte de los especialistas y mayor acción por parte de los gobiernos, las organizaciones internacionales y los organismos multilaterales.
 

De acuerdo al Índice de Fragilidad del Estado, en 2016, solo Finlandia califica como Estado muy sostenible. Quince estados son considerados sostenibles. Canadá está entre ellos, en la posición novena de este grupo. Luego, un grupo de 37 países califica como muy estables y estables. Se incluyen allí los casos de países como el Reino Unido y los Estados Unidos, y de América Latina Uruguay, Chile, Costa Rica y Argentina y Panamá.
 

Dieciocho del total de los incluidos en el estudio están bajo advertencia moderada de sufrir problemas de estabilidad política, económica y social de importancia. De estos, cinco países (entre ellos Brasil y Cuba) son de América Latina y el Caribe. Para cuarenta países esta advertencia elevada. Once de estos son de la región. En el grupo siguiente, de muy elevada advertencia, están Colombia, Venezuela y Guatemala, dentro del total de 29 países. 22 países están en alerta, ocho en alerta elevada y ocho más en alerta muy elevada.
 

Haití es el único país de la región con elevado nivel de riesgo. El resto de los países que están bajo cualquier de los tres grados de alerta están ubicados en África, Medio-Oriente y Asia Occidental. No obstante, la situación del continente es preocupante. Con la excepción de siete países de las Américas, en la enorme mayoría de los países de América Latina y del Caribe se advierten fragilidades de importancia del Estado.
 

La situación tiende a empeorar con el tiempo. En 2016, 78 países mejoraron sus scores en comparación con 2015, 23 no registraron cambios importantes y 77 empeoraron. Desde que se inició el registro de este índice, en 2007, hasta el presente año, las capacidades del Estado han mejorado en 90 países, pero en 70 han empeorado y en 16 no se ha producido cambios significativos. Venezuela y Guatemala están entre los países que más han empeorado entre 2015 y 2016.
 

La buena noticia es que Canadá está entre los países que más han mejorado en ese periodo. No obstante, en un mundo en el la calidad de la mayoría de los Estados en América Latina, Medio Oriente y África está deteriorada, y en el que hay riesgos de que la situación empeore, Canadá no puede ser vista como una isla. Como el resto de los países con Estados sostenibles y estables, y las organizaciones internacionales y organismos multilaterales, Canadá debería contemplar la posibilidad de participar más activamente de la cooperación para la recuperación de los estados fallidos y de aquellos que se encuentran en riesgo de fallar.
 

Nota: Los datos citados acá corresponden al informe del Fragile State Index 2016, publicado por The Fund for Peace. Disponible en http://fsi.fundforpeace.org/

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