ARTICULO

DE CABALLEROS Cómo zanjar disputas personales

21 de Agosto de 2014 a las 08:27

Anabelle Chacón
Por: Anabelle Chacón Castro
 
Desde el famoso video del Alcalde Ford donde fumaba cocaína, las relaciones entre el Jefe de la Policía, Bill Blair, y los hermanos Ford, Rob and Doug, han sido siempre tensas.  Mucha agua ha corrido bajo el puente desde ese entonces y los dimes y diretes entre estos personajes han colmado las noticias locales e internacionales.  Muchas de las veces, se puede decir que han sido “los pájaros disparando a las escopetas”, porque quien ha incidido en las constantes y repetitivas circunstancias ha sido en Alcalde Ford y quien ha ungido de investigador ha sido el Jefe Blair.  Sin embargo, quien ha sido constantemente atacado ha sido este último por el burgo maestre y su hermano.
 
 
Incluso cuando, dos semanas atrás, el Directorio de la Policía de Toronto decidió no renovar el contrato de Blair, quien ha estado en sus posición por casi diez años, los hermanos Ford manifestaron su beneplácito a la situación.  Con la entereza que le caracteriza, Blair hizo caso omiso a los comentarios y dijo que continuaría hasta que su contrato expire. Las cosas se desbordaron la semana pasada cuando el Concejal Doug Ford hizo declaraciones a la prensa donde ponía en duda la integridad del Jefe de Policía en todo el proceso en contra de su hermano.  Tanto fue el agua al cántaro que se llenó y Blair antepuso una demanda legal por difamación a Doug Ford.   Esta demanda pedía que el Concejal pruebe sus afirmaciones pero, en ningún momento, se habla de prisión o de una indemnización económica.  
 
  
Ante la inminente demanda legal, Doug Ford convocó una rueda de prensa el 14 de agosto y se retractó públicamente de sus declaraciones respecto al Jefe Blair y le ofreció una disculpa pública, la cual fue aceptada y los cargos retirados.  En estos días, la prensa local llamaba a la cordura a los dos personajes diciendo Toronto no necesita esta clase de espectáculos, donde prima el ego de los involucrados sobre los intereses de sus representados. 
 
 
Estos hechos son dignos de admiración porque estamos acostumbrados en Latinoamérica a las bravuconadas que todo se soluciona con dinero y cárcel, que son el precio que hay que pagar por las ofensas personales.   La dignidad no se la lava con cosas materiales, sino con hechos intangibles que no tienen precio, como es la retractación y las disculpas.  Si bien el caer en este tipo de situaciones resulta hasta infantil, por no decir ególatra, por lo menos el hecho de pedir y aceptar disculpas es una actitud madura que permite que la vida cotidiana de la ciudad siga su curso.   Es de caballeros anteponer los intereses  del colectivo frente a los individuales.  Estas discusiones entre personajes públicos inciden en la opinión de la ciudadanía y como tal deben ser tratados con prudencia.   Lo que sí es cierto es que la dignidad de una persona es un valor muy preciado, pero no tiene por qué ponérsele un precio ni un castigo desproporcionado, sino que tiene que ser resuelto en los mismos términos.  Como decía José Ingenieros: Así como los pueblos sin dignidad son rebaños, los individuos sin ella son esclavos.

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