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ABUSOS SEXUALES EN CHILE La Iglesia Católica en entredicho

30 de Julio de 2018 a las 06:32

ABUSOS SEXUALES EN CHILE La Iglesia Católica en entredicho

ANABELLE CHACON CASTRO

Una congregación religiosa, cualquier fe que profese, debería ser un referente moral para todos sus feligreses y la sociedad.  Más aun tratándose de la Iglesia Católica que tiene una tradición milenaria y que cuenta con mil trescientos millones de adeptos, es decir, la cuarta parte de la población mundial y, de todos ellos, la mitad esta concentrada en Latinoamérica.  A pesar de la importante presencia histórica y social de la Iglesia Católica, no ha estado exenta de un largo y variado historial de abusos sexuales.

En este caso, Chile está afrontando un escándalo de grandes magnitudes, 158 miembros de la Iglesia Católica están siendo investigados, tanto autores como encubridores en casos que vienen desde el 2000.  Entre los investigados hay 65 obispos, sacerdotes o diáconos que pertenecen a una congregación; 10 son laicos a cargo de parroquias pastorales o vinculados con escuelas; y nueve no se especificó en dónde laboran.

Las víctimas son 266, de los cuales 178 son menores y adolescentes y 31 adultos, 57 de los casos no tienen establecida la edad. Recientemente, un grupo de exreligiosas chilenas de la congregación de las Hermanas del Buen Samaritano, en Talca, 300 kilómetros al sur de Santiago, afirmó haber sido víctimas de abusos sexuales. En un reportaje emitido por la televisión pública de Chile, la exreligiosa Eliana Macías señaló que fue violentada sexualmente por un sacerdote, al que no identificó. “La primera vez que me vio, me quedó mirando y me dijo 'esos senos están muy abajo' y me los tomó hacia arriba. Entraba a las habitaciones y entonces justo llegó a mi cama y me levantó la ropa”, afirmó Macías.

El Papa Francisco recién ahora, y ante la contundencia y masificación de las denuncias, ha condenado públicamente lo que describió como la "cultura de abuso y encubrimiento" en la Iglesia católica de Chile, ya que en enero de este año, mientras visitaba Chile, hizo caso omiso de sus feligreses que protestaron durante toda la visita pontificia, que fueron muy fuertes ante la designación como obispo de Juan Barros, a quien acusan de haber encubierto al cura Fernando Karadima, perpetrador sexual de niños, de quien el Papa dijo que no había pruebas.  Ahora, con sus declaraciones, Francisco I, trata de rectificar su accionar durante la visita, diciendo que se siente avergonzado de no haber hecho caso a las denuncias.

Lo casos de abusos sexuales por parte de clérigos, se extiende por todas las latitudes.  En Cuenca, Ecuador, acaba de morir Marcelo Alvarado a los 64 años, quien denunció que el cura César Cordero lo violó, cuando él estaba entre los 7 y 10 años.  El sacerdote ahora tiene 90 años y que por su edad y estado de salud permanece en una casa de reposo de su congregación.  Ante las acusaciones, escribió una carta que causa indignación, en la que dice:   “Me llama mucho la atención la actitud del Papa Francisco de pedir perdón a las víctimas. Por mi experiencia personal puedo decir que pedir perdón me parece algo muy difícil, propio solo de aquellos más santos. Por eso me llama la atención que el Papa descienda y se abaje de su dignidad de sucesor de Pedro y se ponga a la altura de unos malhechores pidiéndoles perdón…. Tengo la impresión de que el Papa quiere congraciarse con los enemigos de la Iglesia… A mí me parece que en el tema de los abusos se da una cierta complicidad puesto que aquel que quiere mantenerse íntegro no permite que el abuso tenga lugar”.  Cabe indicar que la ‘complicidad’ a la que se refiere la está endilgando a un niño de 7 añitos, que quizás, según el criterio del susodicho, no quiso mantenerse íntegro.

Las iglesias, se suponen que son los baluartes de la fe y de la moral, pero no siempre ocurre.  No se debe esperar a que se den este tipo de abusos que han durado mucho tiempo y, más, en ser descubiertos, pareciendo que nunca van a ser penalizados.   Muchas vidas han sido destruidas y los culpables siguen libres.  Es hora de un mea culpa y que se haga justicia para reconfortar a las víctimas.

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